

El ratoncillo diminuto.
Érase una vez un ratoncillo muy pequeño, llamado Pérez. Tan pequeño, tan pequeño, que cuando sus compañeros le llamaban, él tenÃa que encender una cerilla para que le vieran. En el cole siempre le hacÃan burla por su pequeño tamaño, pero a le siempre le daba igual y hacia oÃdos sordos a todo lo que le decÃan.
Sin embargo, de lo que algunos no se daban cuenta, era que Pérez, era el único ratón que no caÃa en las trampas de los humanos. Cuando habÃa que sortear las trampas para llegar a la madriguera, Pérez se las arreglaba para moverse con agilidad y no pisar nunca el mecanismo que activaba las trampas.
Muchos ratones perecÃan cada dÃa por culpa de las trampas, y el que tenÃa más habilidad para sortearlas sin problemas, era Pérez.
Además, cuando algún humano salÃa en busca de los ratones para cazarlos, Pérez se escondÃa en los agujeros del queso y nunca le pillaban. Él era el único que podÃa hacer eso.
Llego un dÃa, en que los jóvenes ratoncitos querÃan ser como Pérez. Y todos los ratoncitos de la madriguera comprendieron que: lo que puede parecer un defecto, se puede convertir en una virtud, si utilizamos nuestro cerebro para pensar y lo deseamos con empeño.
Fin